“Si queremos envejecer bien debemos preocuparnos lo más tempranamente posible”
04 JULIO 2024.- Docente de la Escuela de Kinesiología UTalca, Jéssica Espinoza Araneda, explica en esta columna cómo se generan los problemas de movilidad de los adultos mayores y cómo prevenirlos.
Las principales enfermedades que afectan la movilidad de personas mayores son de tipo no transmisible. De acuerdo con las patologías específicas con mayores años de vida ajustados por discapacidad (Chile 2019) destaca la Enfermedad Isquémica del Corazón (IAM), patologías músculo esqueléticas (artrosis, artritis, osteoporosis), diabetes mellitus, dolor lumbar bajo, ictus cerebral en sexto lugar y caídas en octavo lugar.
Las dolencias de origen cardio-respiratorio, tales como enfermedades moderadas a severas del corazón (IAM, insuficiencia cardiaca), enfermedades respiratorias crónicas como Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), así como cáncer, entre otras, pueden reducir la tolerancia al esfuerzo físico y debilitan la musculatura, impactando finalmente la movilidad.
Por otra parte, las musculoesqueléticas, tales como osteo-artrosis o la osteoporosis (que puede predisponer a fracturas), están asociadas a dolor, lo que limita la movilidad, genera mayor deterioro de la masa y fuerza muscular, llevando a un círculo vicioso de dolor, inmovilidad, debilidad muscular y limitación funcional.
Además, la pérdida de masa y fuerza muscular asociada al envejecimiento genera un menor rendimiento físico (sarcopenia), es un factor central en la generación de fragilidad en la persona mayor.
Al respecto, un 13,2% de la población mayor de 60 años presentaría esta condición (Encuesta Nacional de Salud 2016-2017).
Según la Sexta Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez 2022 UC-Caja Los Andes, los dolores de huesos o articulaciones es el problema de salud más frecuente y aumentó de 66% en 2007 a 74% el 2022. Del total de personas mayores que sufren dolor, un 20% reporta que les dificulta la realización de sus actividades de la vida diaria.
Por otro lado, las enfermedades neurológicas pueden afectar la movilidad de forma aguda, como la enfermedad cerebrovascular (infarto o hemorragia cerebral), la que muchas veces está asociada a la pérdida de movilidad de un lado del cuerpo, generando discapacidad.
Las enfermedades neurodegenerativas, por otro lado, generan dificultad de la movilidad de forma progresiva, como la enfermedad de Parkinson y demencias.
PREVENCIÓN
El cómo envejecemos y el nivel de funcionalidad que tenemos en la edad mayor, depende de determinantes sociales de salud como oportunidades y privaciones durante el crecimiento y desarrollo, estilo de vida durante la vida adulta y la interrelación de estos factores después de los 60 años.
Por lo tanto, el grado de reserva funcional que tiene la persona mayor depende de lo que haya acumulado durante el curso de vida previo, por lo que, si queremos envejecer bien, debemos preocuparnos de ello lo más tempranamente posible.
Aspectos como la nutrición son importantes, pero también lo es el nivel de actividad física. Está demostrado que, a mayor nivel de actividad física, menor es el riesgo de muerte por todas las causas y es una forma insustituible de mantener las condiciones funcionales y envejecer mejor.
En Chile, 6 de cada 10 personas mayores nunca o casi nunca realiza gimnasia, deporte, baile o ejercicio (Sexta Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez 2022 UC-Caja Los Andes). En este sentido, el fomento de la actividad física regular y disminuir los tiempos sentado es fundamental para mejorar las condiciones de salud de la población en general.
Las personas que pasan poco tiempo sentadas tienen menor riesgo de muerte incluso que las personas que realizan actividad física, pero que pasan más horas sentadas.
Según la OMS, es recomendable realizar actividad física aeróbica moderada al menos 150 minutos por semana o actividad física aeróbica vigorosa por al menos 75 minutos/semana o una combinación equivalente de ambas.
Se recomienda también en personas mayores incorporar los ejercicios de fuerza muscular y potencia. Realizar 2 a 3 series de ejercicios que incluyan distintos grupos musculares (piernas y brazos), logrando intensidades del 70-85% de 1 repetición máxima (el máximo peso que puede levantar en una ocasión), 2 a 3 veces por semana.
Para desarrollar la potencia, se debe realizar el ejercicio disminuyendo un poco la carga, aumentando la velocidad. Trabajar con el propio peso corporal permite desarrollar fuerza y potencia. Por ejemplo, levantarse de una silla trabaja la fuerza de miembros inferiores, si se levanta de la silla de forma repetida, lo más rápido posible en un intervalo de tiempo, estará entrenando la potencia muscular de miembros inferiores.
Es importante que personas con presencia de condiciones de salud que repercutan en su función, consulten a un especialista que permita determinar la prescripción de ejercicio físico adecuado de acuerdo a su condición.
Jéssica Espinoza Araneda
Kinesióloga
PhD en Ciencias de la Rehabilitación
Departamento de Ciencias del Movimiento Humano
Escuela de Kinesiología UTalca
Centro Interuniversitario Envejecimiento Saludable (CIES)